Tras su encuentro con Vladímir Putin, el presidente Donald Trump anunció una reunión con su homólogo ucraniano, Volodímir Zelenski, y planteó la posibilidad de una cumbre tripartita. Esta iniciativa ha generado una mezcla de cautela y expectativa en Kiev y Europa, que establecen condiciones claras sobre la soberanía de Ucrania. El presidente Trump confirmó que recibirá a Zelenski en la Casa Blanca el lunes siguiente a la cumbre de Alaska. Según sus declaraciones, si el encuentro resulta positivo, podría convocar a una cumbre tripartita con Rusia y Ucrania para negociar un "acuerdo de paz" que vaya más allá de un simple alto al fuego. Esta estrategia de dialogar primero con Moscú y luego con Kiev ha sido vista con recelo, ya que excluyó a Ucrania de las conversaciones iniciales.
Por su parte, el presidente Zelenski, tras ser informado por Trump sobre la reunión, manifestó su disposición a trabajar para "poner fin a las muertes y a la guerra".
Sus demandas prioritarias ante una posible negociación son un cese al fuego incondicional, la liberación de todos los prisioneros de guerra y civiles, y el retorno de los niños ucranianos deportados a Rusia.
Además, solicitó a Trump que, si Rusia no coopera, se intensifiquen las sanciones. Los líderes europeos, en una declaración conjunta, se mostraron "dispuestos a colaborar" en una cumbre trilateral, pero recalcaron que cualquier acuerdo debe incluir garantías de seguridad para Ucrania y que "las fronteras internacionales no deben modificarse por la fuerza", insistiendo en que las decisiones sobre cesiones territoriales debe tomarlas Ucrania.
En resumenLa diplomacia posterior a la cumbre de Alaska se centra en la próxima reunión entre Trump y Zelenski en Washington. Mientras Ucrania y sus aliados europeos establecen condiciones firmes sobre la soberanía territorial y el fin de las hostilidades, la viabilidad de un acuerdo de paz tripartito depende de alinear las complejas posturas de Washington, Kiev y Moscú.