Este enfrentamiento no solo redefine las cadenas de suministro globales, sino que también impulsa una competencia por el liderazgo en innovación y tecnología. Una de las tácticas de China para sortear los gravámenes de EE.
UU. ha sido utilizar a México como una "puerta trasera".
Según la Secretaría de Economía de México, más de mil empresas chinas están registradas formalmente en el país, pero expertos estiman que la presencia real podría ser cinco veces mayor.
China ve a México no solo como un centro de manufactura, sino como una base integral que incluye almacenamiento y servicios posventa, lo que le permite superar las barreras arancelarias impuestas por Washington.
Esta situación ha generado alertas en Estados Unidos, que podría revisar las condiciones del T-MEC en 2026.
Paralelamente, China y Rusia han alcanzado un "hito comercial", desafiando las amenazas arancelarias de EE.
UU. y consolidando un bloque económico alternativo.
Este acercamiento se refleja también en el ámbito diplomático, donde el presidente ruso Vladimir Putin discutió su próxima cumbre con Trump con su homólogo chino, Xi Jinping. La disputa también se libra en el campo de la innovación, donde China consolida su supremacía en inteligencia artificial, movilidad eléctrica y producción solar, desplazando a Estados Unidos de su histórico liderazgo tecnológico y energético.
Este nuevo orden económico global evidencia un choque entre dos gigantes que compiten por definir el futuro de la economía mundial.