La muerte de al menos 15 menores de edad reclutados forzosamente, como resultado de bombardeos y operaciones militares contra disidencias de las FARC entre agosto y noviembre, ha generado una profunda controversia nacional y un intenso escrutinio sobre la actuación del Gobierno y las Fuerzas Militares. Informes del Instituto Nacional de Medicina Legal confirmaron los fallecimientos en operativos ocurridos en Guaviare, Amazonas y Arauca, siendo el más letal el de Calamar (Guaviare), donde murieron siete menores, una de ellas de tan solo 13 años. Este hecho ha puesto al presidente Gustavo Petro en una posición compleja, ya que como senador fue un férreo crítico de esta táctica militar. Ahora, como comandante en jefe, ha defendido las operaciones argumentando que se actuó bajo el Derecho Internacional Humanitario (DIH) para neutralizar una "amenaza letal" inminente contra un pelotón de soldados. El ministro de Defensa, Pedro Sánchez, respaldó esta postura, afirmando que los menores, al participar en hostilidades, se convierten en "un objetivo militar lícito que también asesina".
Sin embargo, esta justificación ha sido fuertemente cuestionada.
La Defensoría del Pueblo, liderada por Iris Marín, ha exigido al presidente suspender los bombardeos, argumentando que "el principio de humanidad debe prevalecer por encima de la guerra" y que las Fuerzas Militares deben asumir que en los campamentos de 'Iván Mordisco' hay menores. La Procuraduría y la Justicia Penal Militar ya han abierto indagaciones para determinar si se violaron los protocolos del DIH, específicamente los principios de distinción, proporcionalidad y precaución.
La ONU también lamentó las muertes y condenó el reclutamiento, pero pidió precaución a las fuerzas estatales.
La controversia escala al plano político con anuncios de mociones de censura contra el ministro de Defensa, mientras el debate se centra en el dilema ético y jurídico de atacar objetivos militares que instrumentalizan a niños como escudos humanos.
En resumenLa muerte confirmada de 15 menores reclutados en bombardeos militares ha desatado una crisis política y un profundo debate sobre la aplicación del DIH en Colombia. Mientras el Gobierno defiende la legitimidad de las operaciones por necesidad militar, la Defensoría del Pueblo y otros sectores exigen su suspensión, lo que ha llevado a la apertura de investigaciones disciplinarias y penales para esclarecer la responsabilidad del Estado.