Tragedia en Dabeiba: avenida torrencial deja cuatro muertos y varios desaparecidos
Las intensas lluvias en Antioquia provocaron una avenida torrencial en la vereda El Toro, municipio de Dabeiba, dejando un saldo trágico de al menos cuatro muertos, seis heridos y dos personas desaparecidas. La emergencia evidencia la alta vulnerabilidad de las comunidades rurales ante los fenómenos naturales, agravada por actividades como la minería en la zona. El desastre ocurrió en la madrugada del lunes 27 de octubre, cuando el desbordamiento de una quebrada, asociado a socavones mineros, arrastró lodo, rocas y viviendas. El gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, lamentó la pérdida de vidas y confirmó la movilización de todas las capacidades del Departamento Administrativo de Gestión del Riesgo de Antioquia (Dagran) para atender la emergencia. Uno de los fallecidos fue identificado como Ramiro Domicó, un indígena de la zona que murió mientras era trasladado a un centro asistencial. Las labores de búsqueda y rescate han sido complejas debido al difícil acceso a la vereda, ubicada a dos horas y media del casco urbano, y a los continuos derrumbes que obstaculizan las vías. El alcalde de Dabeiba, Daniel Higuita Herrera, aseguró que “toda la institucionalidad se encuentra volcada para entregar ayuda a la comunidad”, mientras que el presidente de la vereda informó que el agua y el lodo destruyeron dos viviendas por completo. Esta tragedia se suma a las más de 621 emergencias registradas en Antioquia durante 2025, de las cuales 490 están relacionadas con las lluvias, que ya han cobrado la vida de 51 personas en el departamento.



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Hasta ahora, 16 niños muertos, ¿vendrán más? egutierrez Dom, 23/11/2025 - 08:43 Rodrigo López Oviedo Dom, 23/11/2025 - 08:43 Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. PUBLICIDAD Como si hubiera sido poca la preocupación que nos produjo el bombardeo ocurrido en el Guaviare, que dejó a 7 madres llorando la muerte de sus adolescentes hijos, hemos sabido después, por boca de la subdirectora de la fundación Pares, que ya antes, entre agosto y este luctuoso día, se habían producido tres bombardeos más con otros seis menores muertos, a los cuales habría que agregar los que pudieron caer en otras doce operaciones similares realizadas en este 2025.Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. No puede ser que ahora, gracias a un enroque presidencial, este tipo de hechos se hayan vuelto aceptables y que Petro los justifique con argumentos traídos de los cabellos, como el de que las víctimas de reclutamiento forzado son también “objetivos militares legítimos” y que como tal hay que tratarlos.Refiriéndose a este último bombardeo, dice el señor presidente que fue la respuesta a una emboscada en la que estaban en riesgo inminente de caer 20 soldados. Esta es una justificación difícil de creer, ya que por informaciones anteriores sabíamos que lo bombardeado había sido un campamento, y desde un campamento es muy difícil emboscar a nadie. Adicionalmente, tampoco es creíble que la emboscada fuera inminente, ya que entre la orden de bombardear y el bombardeo mismo transcurrieron tres días.Pues no, señor presidente, antes que bombas lo que requieren estos menores es que, a cambio de revictimizarlos a costa de su propia vida, se les reconozca como titulares del derecho a protección especial, lo cual obliga a que cualquier operativo militar que pueda afectarlos se preceda de un caudal suficiente de precauciones que eviten desenlaces como los que hoy lamentamos. La única razón que podría explicar su cambio de actitud, de supeditar la condición de víctimas del conflicto de estos menores a la de “objetivos militares legítimos”, es que esté cediendo a la exigencia de resultados militares que demanda la derecha.Señalemos finalmente una nueva preocupación, y es la de que, también por orden presidencial, los bombardeos continuarán, y esto nos coloca ante una disyuntiva: irnos acostumbrando pasivamente a ser testigos de que se sigan ejecutando, o rechazarlos desde las calles, ahora sin la venia presidencial e, incluso, contra su voluntad. La respuesta no puede ser otra que la de evitar convertimos en cómplices, como lo fuimos al permitir que 16 billones de pesos, que podrían servir para atender necesidades apremiantes, se hubieran destinado a la compra de aviones de guerra. Y guerra no es lo que necesitamos. Necesitamos paz.





