El caso de Angie Pahola Tovar Calpa, de 23 años y oriunda de Guachucal, Nariño, ha generado una profunda conmoción nacional. La joven, quien cursaba el último semestre de Ingeniería Administrativa en la Facultad de Minas de la Universidad Nacional, sede Medellín, desapareció el 27 de agosto mientras regresaba a la capital antioqueña para iniciar sus prácticas profesionales. Según testimonios de familiares, el camión en el que viajaba fue interceptado en un retén ilegal en la vía entre Popayán y Piendamó, Cauca, por hombres armados que se identificaron como miembros del Bloque Dagoberto Ramos, una disidencia de las FARC. Tras casi dos meses de angustiosa búsqueda, la universidad confirmó el hallazgo de su cuerpo. La institución, a través de su vicerrectora Mary Luz Alzate Zuluaga, expresó su profundo dolor y emitió un comunicado en el que exhorta a las autoridades competentes a “adelantar con celeridad las investigaciones que permitan esclarecer las circunstancias de su muerte y garantizar a su familia el acceso a la verdad y la justicia”. La comunidad académica ha convocado a homenajes simbólicos, reafirmando su compromiso con la memoria y la paz. Este crimen es una manifestación de múltiples violaciones a los derechos humanos, incluyendo el secuestro, la desaparición forzada y el homicidio, y subraya la grave situación de orden público que persiste en el Cauca, donde la población civil, y en especial los jóvenes, continúan siendo víctimas de la disputa territorial entre grupos armados al margen de la ley.