Inmediatamente, la comunidad y la Guardia Indígena iniciaron una persecución y lograron interceptar a los disidentes.

En videos grabados por los comuneros se observa cómo, a pesar de estar desarmados, se enfrentan a los hombres fuertemente armados para liberar a las menores. En una de las grabaciones más impactantes, la madre de una de las niñas forcejea desesperadamente con los captores, quienes responden con disparos para dispersar a la multitud. Un líder indígena relató: “Nunca se dio paso atrás, a pesar de que estos delincuentes tenían fusiles, se dio la pelea para rescatar a las menores, por eso nos dispararon hasta dañarnos los vehículos”. Finalmente, los disidentes lograron llevarse nuevamente a las niñas, además de hurtar una de las camionetas de la comunidad. La Oficina de la ONU en Colombia urgió al Estado colombiano a actuar para rescatar a las adolescentes y denunció que la retención forzada de menores es una práctica persistente en regiones con presencia de grupos ilegales, constituyendo una grave infracción al Derecho Internacional Humanitario.