Una ola de ataques armados contra funcionarios del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC) ha dejado un saldo de muertos y heridos en Bogotá y el Valle del Cauca, evidenciando una grave crisis de seguridad para el personal penitenciario. Los sindicatos denuncian la existencia de un “plan pistola” orquestado por bandas criminales como represalia a las medidas de control contra la extorsión en las cárceles. Los atentados, ocurridos el 3 de octubre, cobraron la vida del dragoneante Miguel Llano Muñoz en Bogotá, frente a la cárcel La Modelo, y de Manuel Antonio Becerra Palma en Palmira, Valle del Cauca. En ambos ataques, sicarios en motocicleta abrieron fuego contra los funcionarios cuando salían de sus turnos. El director del INPEC, coronel Daniel Gutiérrez, informó que en lo corrido de 2025 se han registrado seis asesinatos y 270 amenazas contra miembros de la institución.
Las cifras de los sindicatos son aún más alarmantes, reportando 69 guardianes asesinados en los últimos tres años.
El ministro de Justicia, Eduardo Montealegre, calificó los hechos como un “acto de barbarie terrorista” y aseguró que “el Estado responderá con firmeza”. Las investigaciones apuntan a que los ataques son una reacción de estructuras criminales a los más de 17.000 operativos realizados este año, en los que se han incautado cerca de 22.000 celulares. Organizaciones como la Unión de Trabajadores Penitenciarios (UTP) han exigido al Gobierno medidas urgentes, incluyendo la dotación de chalecos antibalas, vehículos blindados y más escoltas, argumentando que los funcionarios están expuestos a riesgos extremos sin el respaldo suficiente. La situación pone de manifiesto la vulnerabilidad del personal penitenciario y la capacidad de las mafias carcelarias para ejercer violencia fuera de los muros de las prisiones como mecanismo de presión e intimidación.
En resumenLa escalada de violencia contra el personal del INPEC, con asesinatos en Bogotá y Palmira, subraya una crisis de seguridad atribuida a represalias de bandas criminales por operativos antiextorsión. A pesar de la condena del Gobierno y las promesas de firmeza, los sindicatos exigen medidas de protección urgentes ante un “plan pistola” que ha dejado decenas de víctimas y más de 270 amenazas en 2025.