La situación salió a la luz cuando las niñas contaron lo sucedido a otros docentes, activando los protocolos de protección.

De manera similar, en San Andrés de Cuerquia, Antioquia, una profesora de preescolar fue enviada a prisión por presuntamente agredir sexualmente a cuatro de sus estudiantes de entre cuatro y cinco años. La denuncia fue interpuesta por una madre que notó cambios en el comportamiento de su hija. En Bogotá, un hombre de 66 años fue encarcelado por presuntamente abusar de su nieta de 9 años durante dos años, aprovechando los momentos en que quedaba bajo su cuidado. En El Socorro, Santander, las autoridades desmantelaron una red de explotación sexual liderada por una mujer, que utilizaba a menores de hasta 12 años para ofrecer servicios sexuales a través de redes sociales, cobrando hasta 100.000 pesos. Estos casos demuestran que los agresores a menudo son personas del círculo de confianza de las víctimas, como familiares o educadores, lo que dificulta la denuncia y perpetúa el abuso.