Esta sustancia, utilizada en disolventes y pinturas, puede causar ceguera, daño neurológico irreversible y, como en este caso, la muerte.

Las víctimas, en su mayoría habitantes de calle, vendedores ambulantes, bicitaxistas y coteros de barrios como San Roque y Rebolo, presentaron síntomas severos como dificultad respiratoria, mareos, dolor abdominal y alteración del estado de conciencia.

Varios de los afectados fallecieron en centros hospitalarios, mientras que otros fueron hallados sin vida en la vía pública. Las autoridades confirmaron que una de las primeras víctimas mortales, Nicolás Manuel Medrano, habría sido la persona que preparó y distribuyó la bebida adulterada. Ante la magnitud de la crisis, la Alcaldía de Barranquilla instaló un Puesto de Mando Unificado (PMU) para coordinar la respuesta interinstitucional. La Policía Metropolitana ha desplegado operativos para localizar los puntos de producción y venta del licor, logrando hallar en el barrio Las Nieves el lugar donde se fabricaba la bebida, incautando pimpinas, mangueras y botellas listas para ser rellenadas. Esta tragedia revive dolorosos antecedentes en la ciudad, como las intoxicaciones masivas de 1989 y 2004, que también dejaron decenas de muertos por causas similares.