Su muerte en el exilio ha generado conmoción y ha puesto de relieve las precarias condiciones que enfrentan los comunicadores amenazados en Colombia, así como las dificultades para acceder a una muerte digna cerca de sus seres queridos. Calvache, reconocido por su trabajo como corresponsal en el Cauca, se vio forzado a abandonar el país debido a amenazas contra su vida por su labor periodística. En Suiza le fue concedido el asilo político, pero su salud se deterioró rápidamente.

Antes de morir, Calvache denunció públicamente que Noticias Caracol, medio para el que trabajó, le habría cancelado su contrato tras negarse a regresar a Colombia por los riesgos de seguridad, dejándolo sin respaldo económico.

“Me cancelaron el contrato y me dejaron solo”, relató en una entrevista.

Su situación se agravó al punto de necesitar un avión medicalizado para volver a Colombia y despedirse de su familia, un anhelo que nunca se cumplió debido a su delicado estado de salud y al alto costo del traslado, estimado en más de 500 millones de pesos. El presidente Gustavo Petro lamentó su fallecimiento y confirmó que, aunque el gobierno proporcionó tiquetes para su familia, no alcanzaron a llegar a tiempo. Petro escribió en su cuenta de X: “Murió en Suiza, lejos de su Patria, abandonado”. Su caso evidencia la vulneración de los derechos de los periodistas exiliados, quienes no solo enfrentan la persecución, sino también el desamparo institucional y la imposibilidad de acceder a derechos fundamentales como la salud y el retorno seguro.