Las autoridades vincularon este hecho a un posible ajuste de cuentas, ya que algunas de las víctimas tenían antecedentes judiciales. La violencia se extendió incluso al velorio de una de las víctimas de Cundinamarca, Sol Margarita Morales Lara, cuyo hijo, Nelson Alberto Rodríguez Morales, fue asesinado a tiros en Bogotá mientras asistía a las exequias. Estos eventos, ocurridos en distintos puntos del país, reflejan una escalada de violencia que afecta tanto a zonas rurales golpeadas por el conflicto como a entornos urbanos, evidenciando la incapacidad del Estado para controlar la acción de las estructuras criminales.