Reclutamiento forzado de menores: una herida abierta del conflicto colombiano
El reclutamiento forzado de menores de edad por parte de grupos armados organizados persiste como una grave violación al Derecho Internacional Humanitario en Colombia. Recientes operativos de la Fuerza Pública en Cauca, Magdalena y Meta lograron la recuperación de adolescentes, mientras el prontuario de cabecillas abatidos, como alias 'Dumar', confirma que esta práctica criminal sigue siendo una estrategia de guerra. Las Fuerzas Militares rescataron en el Meta a tres menores de edad, dos jóvenes de 17 años y una de 16, que habían sido reclutados ilegalmente en el Cauca. Su traslado tenía como objetivo reforzar las estructuras de las disidencias de ‘Iván Mordisco’ en Guaviare. Esta acción se suma a la recuperación de dos menores de edad durante una operación contra el grupo ‘Los Pachenca’ en la vereda Cherúa, municipio de Ciénaga, Magdalena. Estos casos evidencian la continua utilización de niños, niñas y adolescentes en el conflicto. La Defensoría del Pueblo también ha advertido sobre este riesgo en su Alerta Temprana 011 de 2025 para el Valle del Cauca, donde la disputa territorial entre grupos incrementa la vulnerabilidad de los jóvenes. El perfil de alias ‘Dumar’, cabecilla de las disidencias abatido en Guaviare, corrobora esta práctica, ya que era señalado como responsable del reclutamiento forzado de menores, quienes eran trasladados desde el Cauca hacia el Guaviare y el Meta. Como contraparte a esta problemática, la Alcaldía de Cali impulsa la campaña ‘Mambrú va a la cancha’, utilizando el deporte como una herramienta de prevención para alejar a la juventud de la violencia y el reclutamiento.



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Las autoridades sorprendieron a los sospechosos en flagrancia, incautando armas y munición durante el operativo.

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Hasta ahora, 16 niños muertos, ¿vendrán más? egutierrez Dom, 23/11/2025 - 08:43 Rodrigo López Oviedo Dom, 23/11/2025 - 08:43 Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. PUBLICIDAD Como si hubiera sido poca la preocupación que nos produjo el bombardeo ocurrido en el Guaviare, que dejó a 7 madres llorando la muerte de sus adolescentes hijos, hemos sabido después, por boca de la subdirectora de la fundación Pares, que ya antes, entre agosto y este luctuoso día, se habían producido tres bombardeos más con otros seis menores muertos, a los cuales habría que agregar los que pudieron caer en otras doce operaciones similares realizadas en este 2025.Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. No puede ser que ahora, gracias a un enroque presidencial, este tipo de hechos se hayan vuelto aceptables y que Petro los justifique con argumentos traídos de los cabellos, como el de que las víctimas de reclutamiento forzado son también “objetivos militares legítimos” y que como tal hay que tratarlos.Refiriéndose a este último bombardeo, dice el señor presidente que fue la respuesta a una emboscada en la que estaban en riesgo inminente de caer 20 soldados. Esta es una justificación difícil de creer, ya que por informaciones anteriores sabíamos que lo bombardeado había sido un campamento, y desde un campamento es muy difícil emboscar a nadie. Adicionalmente, tampoco es creíble que la emboscada fuera inminente, ya que entre la orden de bombardear y el bombardeo mismo transcurrieron tres días.Pues no, señor presidente, antes que bombas lo que requieren estos menores es que, a cambio de revictimizarlos a costa de su propia vida, se les reconozca como titulares del derecho a protección especial, lo cual obliga a que cualquier operativo militar que pueda afectarlos se preceda de un caudal suficiente de precauciones que eviten desenlaces como los que hoy lamentamos. La única razón que podría explicar su cambio de actitud, de supeditar la condición de víctimas del conflicto de estos menores a la de “objetivos militares legítimos”, es que esté cediendo a la exigencia de resultados militares que demanda la derecha.Señalemos finalmente una nueva preocupación, y es la de que, también por orden presidencial, los bombardeos continuarán, y esto nos coloca ante una disyuntiva: irnos acostumbrando pasivamente a ser testigos de que se sigan ejecutando, o rechazarlos desde las calles, ahora sin la venia presidencial e, incluso, contra su voluntad. La respuesta no puede ser otra que la de evitar convertimos en cómplices, como lo fuimos al permitir que 16 billones de pesos, que podrían servir para atender necesidades apremiantes, se hubieran destinado a la compra de aviones de guerra. Y guerra no es lo que necesitamos. Necesitamos paz.






