Secuestros en el Catatumbo: ELN sería responsable de plagio de un menor y un comerciante
La región del Catatumbo enfrenta una nueva ola de secuestros con la retención de un menor de 17 años y un comerciante de 61 en un lapso de 48 horas. Las autoridades presumen que el Ejército de Liberación Nacional (ELN) está detrás de ambos plagios, que vulneran gravemente los derechos humanos y el DIH en esta conflictiva zona fronteriza. El primer caso fue el del comerciante Audis Arenas, de 61 años, secuestrado por el ELN en un retén ilegal en la vía Cúcuta-Tibú, a la altura de la vereda Pate Gallina. El segundo secuestro fue el de Yonathan Santiago Urrea, un estudiante de 17 años, quien fue interceptado el 20 de agosto por hombres armados mientras se movilizaba en motocicleta en el sector de El Carbonal, zona rural de Ocaña. El vehículo usado por los captores fue encontrado incinerado posteriormente en Convención, una táctica común para eliminar evidencia. Estos hechos se suman a una crisis de seguridad en la región, marcada por enfrentamientos entre el ELN y disidencias de las FARC por el control territorial y las economías ilícitas. Las autoridades de Ocaña han confirmado los hechos y avanzan en las investigaciones para lograr la liberación de las víctimas. En este contexto, también se conoció la liberación del comerciante Audis Arenas en la tarde del sábado 23 de agosto, aunque los detalles de su regreso a la libertad no fueron especificados.



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Las autoridades sorprendieron a los sospechosos en flagrancia, incautando armas y munición durante el operativo.

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Hasta ahora, 16 niños muertos, ¿vendrán más? egutierrez Dom, 23/11/2025 - 08:43 Rodrigo López Oviedo Dom, 23/11/2025 - 08:43 Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. PUBLICIDAD Como si hubiera sido poca la preocupación que nos produjo el bombardeo ocurrido en el Guaviare, que dejó a 7 madres llorando la muerte de sus adolescentes hijos, hemos sabido después, por boca de la subdirectora de la fundación Pares, que ya antes, entre agosto y este luctuoso día, se habían producido tres bombardeos más con otros seis menores muertos, a los cuales habría que agregar los que pudieron caer en otras doce operaciones similares realizadas en este 2025.Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. No puede ser que ahora, gracias a un enroque presidencial, este tipo de hechos se hayan vuelto aceptables y que Petro los justifique con argumentos traídos de los cabellos, como el de que las víctimas de reclutamiento forzado son también “objetivos militares legítimos” y que como tal hay que tratarlos.Refiriéndose a este último bombardeo, dice el señor presidente que fue la respuesta a una emboscada en la que estaban en riesgo inminente de caer 20 soldados. Esta es una justificación difícil de creer, ya que por informaciones anteriores sabíamos que lo bombardeado había sido un campamento, y desde un campamento es muy difícil emboscar a nadie. Adicionalmente, tampoco es creíble que la emboscada fuera inminente, ya que entre la orden de bombardear y el bombardeo mismo transcurrieron tres días.Pues no, señor presidente, antes que bombas lo que requieren estos menores es que, a cambio de revictimizarlos a costa de su propia vida, se les reconozca como titulares del derecho a protección especial, lo cual obliga a que cualquier operativo militar que pueda afectarlos se preceda de un caudal suficiente de precauciones que eviten desenlaces como los que hoy lamentamos. La única razón que podría explicar su cambio de actitud, de supeditar la condición de víctimas del conflicto de estos menores a la de “objetivos militares legítimos”, es que esté cediendo a la exigencia de resultados militares que demanda la derecha.Señalemos finalmente una nueva preocupación, y es la de que, también por orden presidencial, los bombardeos continuarán, y esto nos coloca ante una disyuntiva: irnos acostumbrando pasivamente a ser testigos de que se sigan ejecutando, o rechazarlos desde las calles, ahora sin la venia presidencial e, incluso, contra su voluntad. La respuesta no puede ser otra que la de evitar convertimos en cómplices, como lo fuimos al permitir que 16 billones de pesos, que podrían servir para atender necesidades apremiantes, se hubieran destinado a la compra de aviones de guerra. Y guerra no es lo que necesitamos. Necesitamos paz.






