Un atentado con un camión bomba en inmediaciones de la Escuela Militar de Aviación Marco Fidel Suárez en Cali dejó un saldo de al menos seis civiles muertos y más de 70 heridos. El ataque, atribuido a disidencias de las FARC, ha sido catalogado como un crimen de lesa humanidad y una infracción al DIH por la Defensoría del Pueblo. El 21 de agosto de 2025, un camión cargado con cilindros de nitrato de amonio y granadas de mortero explotó en la Carrera Octava, una zona comercial y residencial. La onda expansiva causó la muerte de seis civiles, incluyendo una mujer embarazada, un menor de 17 años, un taxista y una docente. La cifra de heridos ascendió a 78, con varios en estado crítico.
La Defensoría del Pueblo rechazó enérgicamente el ataque, afirmando que “constituye una infracción al derecho internacional humanitario y podría constituir un crimen de guerra”.
Las autoridades atribuyeron el atentado a la estructura ‘Jaime Martínez’ del Estado Mayor Central (EMC), liderada por alias ‘Iván Mordisco’. El presidente Gustavo Petro señaló que el ataque fue una “reacción terrorista” a los golpes de la Fuerza Pública en el Cañón del Micay. La respuesta institucional fue inmediata: el alcalde Alejandro Eder ordenó la militarización de la ciudad y se activó la ‘Operación Sultana’ para reforzar la seguridad. Se ofrecieron recompensas de hasta $400 millones por parte de la Alcaldía y la Gobernación, y más de $3.200 millones por alias ‘Marlon’, presunto determinador. Dos sospechosos, Walter Esteban Yonda Ipía, alias ‘Sebastián’, y Carlos Steven Obando, fueron capturados en flagrancia, en parte por la intervención de la comunidad.
Posteriormente, fue capturado Diomar Mancilla Flórez, alias ‘El Mocho’, señalado como cabecilla de milicias urbanas y coordinador del ataque.
En resumenEl atentado en Cali, que cobró la vida de civiles inocentes, subraya la grave amenaza que representan las disidencias de las FARC para la seguridad urbana y el DIH. La respuesta coordinada de las autoridades, con la militarización de la ciudad, la oferta de altas recompensas y la captura de presuntos responsables, busca contener la escalada de violencia y llevar a los autores ante la justicia.