La Fiscalía General de la Nación asumió la investigación bajo la tipificación de feminicidio. Organizaciones de mujeres en Santander han expresado su indignación, señalando que este caso se suma a una creciente lista de feminicidios en la región y que “Diana Marcela se había atrevido a hablar de lo que estaba viviendo, pero el Estado no alcanzó a protegerla”.
Asesinan a mujer en Girón frente a sus hijos; su expareja es el principal sospechoso
Un nuevo feminicidio ha conmocionado al departamento de Santander, donde una mujer de 30 años fue asesinada con un arma blanca presuntamente por su expareja sentimental, quien la había amenazado previamente. El crimen, ocurrido en el municipio de Girón, evidencia la persistencia de la violencia de género y las fallas en los mecanismos de protección para las mujeres en riesgo. Diana Marcela Sánchez Galindo fue atacada en la mañana del jueves 21 de agosto en el barrio Altos de Andina. Según el reporte policial, el presunto agresor, identificado como Ronald Baggio, llegó a la vivienda de la víctima y, tras acompañarla a una cancha del sector, la agredió mortalmente en el cuello. A pesar de ser trasladada a la clínica de Girón, falleció minutos después. El hijo de la víctima, Edison Alexander Muñoz Sánchez, declaró a las autoridades que su madre le había confesado días antes que recibía amenazas de su expareja, pero la familia no imaginó que llegarían a tal extremo. El joven también relató que el sospechoso tenía antecedentes de violencia y presuntos vínculos con una organización criminal. Tras el crimen, el agresor huyó y actualmente se encuentra prófugo.



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Las autoridades sorprendieron a los sospechosos en flagrancia, incautando armas y munición durante el operativo.

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Hasta ahora, 16 niños muertos, ¿vendrán más? egutierrez Dom, 23/11/2025 - 08:43 Rodrigo López Oviedo Dom, 23/11/2025 - 08:43 Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. PUBLICIDAD Como si hubiera sido poca la preocupación que nos produjo el bombardeo ocurrido en el Guaviare, que dejó a 7 madres llorando la muerte de sus adolescentes hijos, hemos sabido después, por boca de la subdirectora de la fundación Pares, que ya antes, entre agosto y este luctuoso día, se habían producido tres bombardeos más con otros seis menores muertos, a los cuales habría que agregar los que pudieron caer en otras doce operaciones similares realizadas en este 2025.Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. No puede ser que ahora, gracias a un enroque presidencial, este tipo de hechos se hayan vuelto aceptables y que Petro los justifique con argumentos traídos de los cabellos, como el de que las víctimas de reclutamiento forzado son también “objetivos militares legítimos” y que como tal hay que tratarlos.Refiriéndose a este último bombardeo, dice el señor presidente que fue la respuesta a una emboscada en la que estaban en riesgo inminente de caer 20 soldados. Esta es una justificación difícil de creer, ya que por informaciones anteriores sabíamos que lo bombardeado había sido un campamento, y desde un campamento es muy difícil emboscar a nadie. Adicionalmente, tampoco es creíble que la emboscada fuera inminente, ya que entre la orden de bombardear y el bombardeo mismo transcurrieron tres días.Pues no, señor presidente, antes que bombas lo que requieren estos menores es que, a cambio de revictimizarlos a costa de su propia vida, se les reconozca como titulares del derecho a protección especial, lo cual obliga a que cualquier operativo militar que pueda afectarlos se preceda de un caudal suficiente de precauciones que eviten desenlaces como los que hoy lamentamos. La única razón que podría explicar su cambio de actitud, de supeditar la condición de víctimas del conflicto de estos menores a la de “objetivos militares legítimos”, es que esté cediendo a la exigencia de resultados militares que demanda la derecha.Señalemos finalmente una nueva preocupación, y es la de que, también por orden presidencial, los bombardeos continuarán, y esto nos coloca ante una disyuntiva: irnos acostumbrando pasivamente a ser testigos de que se sigan ejecutando, o rechazarlos desde las calles, ahora sin la venia presidencial e, incluso, contra su voluntad. La respuesta no puede ser otra que la de evitar convertimos en cómplices, como lo fuimos al permitir que 16 billones de pesos, que podrían servir para atender necesidades apremiantes, se hubieran destinado a la compra de aviones de guerra. Y guerra no es lo que necesitamos. Necesitamos paz.





