Aunque las circunstancias exactas de su muerte aún están por esclarecerse, versiones preliminares indican que el deceso pudo haber sido causado por un fuerte golpe en el pecho. El caso ha generado una ola de indignación en la comunidad, que exige una investigación exhaustiva para determinar las responsabilidades y garantizar que se haga justicia por la muerte de la pequeña Lucy Valentina. Hasta el momento, las autoridades no han confirmado capturas relacionadas con el caso, mientras la investigación sigue en curso.
Indignación en Policarpa por muerte de niña de 3 años en presuntas circunstancias de maltrato
La comunidad del municipio de Policarpa se encuentra conmocionada por la muerte de Lucy Valentina Rodríguez Ortiz, una niña de tres años, quien presuntamente fue víctima de maltrato constante mientras estaba bajo la custodia de una mujer. La tragedia ha generado un clamor por justicia y ha puesto en evidencia posibles fallas en las rutas de protección a la infancia. Según denuncias de familiares y testigos, la menor habría sufrido agresiones físicas de manera reiterada. Estas alertas, presuntamente, fueron comunicadas en varias ocasiones a la comisaría de familia local, pero, según los allegados, no se tomaron las medidas oportunas para protegerla. Una profesora de la niña también habría advertido sobre los signos de violencia que presentaba. El hermano de la víctima, Edwin Rodríguez, expresó con profundo dolor: “Yo la veía siempre maltratada, nadie me escuchó… ahora solo quiero que la verdad salga a la luz”.



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Las autoridades sorprendieron a los sospechosos en flagrancia, incautando armas y munición durante el operativo.

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Hasta ahora, 16 niños muertos, ¿vendrán más? egutierrez Dom, 23/11/2025 - 08:43 Rodrigo López Oviedo Dom, 23/11/2025 - 08:43 Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. PUBLICIDAD Como si hubiera sido poca la preocupación que nos produjo el bombardeo ocurrido en el Guaviare, que dejó a 7 madres llorando la muerte de sus adolescentes hijos, hemos sabido después, por boca de la subdirectora de la fundación Pares, que ya antes, entre agosto y este luctuoso día, se habían producido tres bombardeos más con otros seis menores muertos, a los cuales habría que agregar los que pudieron caer en otras doce operaciones similares realizadas en este 2025.Estos hechos son aún más deplorables por haber sido ordenados por el presidente Petro, a quien vimos censurar hechos similares cuando fungía como congresista. No puede ser que ahora, gracias a un enroque presidencial, este tipo de hechos se hayan vuelto aceptables y que Petro los justifique con argumentos traídos de los cabellos, como el de que las víctimas de reclutamiento forzado son también “objetivos militares legítimos” y que como tal hay que tratarlos.Refiriéndose a este último bombardeo, dice el señor presidente que fue la respuesta a una emboscada en la que estaban en riesgo inminente de caer 20 soldados. Esta es una justificación difícil de creer, ya que por informaciones anteriores sabíamos que lo bombardeado había sido un campamento, y desde un campamento es muy difícil emboscar a nadie. Adicionalmente, tampoco es creíble que la emboscada fuera inminente, ya que entre la orden de bombardear y el bombardeo mismo transcurrieron tres días.Pues no, señor presidente, antes que bombas lo que requieren estos menores es que, a cambio de revictimizarlos a costa de su propia vida, se les reconozca como titulares del derecho a protección especial, lo cual obliga a que cualquier operativo militar que pueda afectarlos se preceda de un caudal suficiente de precauciones que eviten desenlaces como los que hoy lamentamos. La única razón que podría explicar su cambio de actitud, de supeditar la condición de víctimas del conflicto de estos menores a la de “objetivos militares legítimos”, es que esté cediendo a la exigencia de resultados militares que demanda la derecha.Señalemos finalmente una nueva preocupación, y es la de que, también por orden presidencial, los bombardeos continuarán, y esto nos coloca ante una disyuntiva: irnos acostumbrando pasivamente a ser testigos de que se sigan ejecutando, o rechazarlos desde las calles, ahora sin la venia presidencial e, incluso, contra su voluntad. La respuesta no puede ser otra que la de evitar convertimos en cómplices, como lo fuimos al permitir que 16 billones de pesos, que podrían servir para atender necesidades apremiantes, se hubieran destinado a la compra de aviones de guerra. Y guerra no es lo que necesitamos. Necesitamos paz.





