Las reacciones mediáticas reflejan las distintas maneras de interpretar el hecho. El Tiempo destaca la perspectiva internacional, que “alerta sobre regreso de la violencia a Colombia y un pasado sangriento”, subrayando la fragilidad de la paz. En contraste, El Expediente utiliza el atentado para construir una narrativa de confrontación directa con el gobierno, titulando “Petro, vergüenza – Uribe Turbay, ejemplo” y enmarcando el suceso dentro de una crítica a la gestión del presidente. Desde una perspectiva de análisis del conflicto, VerdadAbierta.com, a través de una columna de Leonardo González, director de Indepaz, enmarca el ataque en una tendencia histórica más amplia, afirmando que “la violencia política не ha cesado” y es una “herencia que seguimos arrastrando”, llamando a una reflexión estructural más allá de las culpas inmediatas. De manera similar, Universo Centro ofrece un contexto histórico al comparar al joven sicario del atentado con el que asesinó a Bernardo Jaramillo en 1990, recordando la trágica historia de los “niños sicarios” y la instrumentalización de menores en la violencia. Esta diversidad de enfoques muestra cómo un mismo evento puede ser analizado como un hecho noticioso aislado, un arma política, un síntoma de un problema histórico no resuelto o una tragedia humana con profundas raíces sociales.
