La cobertura mediática ofrece un mosaico de contrastes. `Eltiempo.com` se adentra en la dimensión personal del evento a través de la “dura confesión” de Kylian Mbappé, quien, ya como jugador del Real Madrid, admitió haber visto la final y sentirse feliz por su exequipo. Sus palabras, “el destino quería que ganaran sin mí”, aportan una capa emocional y humana a la noticia. En contraparte, los artículos de `futbolred.com` se centran en las consecuencias públicas de la victoria. Por un lado, describen la celebración oficial y masiva en el Parque de los Príncipes, con la presencia de celebridades y un gran despliegue logístico. Por otro, reportan el caos que se apoderó de otras zonas de París, con “incendios y detenidos” como resultado de disturbios entre hinchas y la policía. La yuxtaposición de estas narrativas pinta un cuadro completo y complejo: la alegría controlada de la fiesta oficial y los sentimientos de una exfigura contrastan con la anarquía y la violencia en las calles, demostrando cómo un solo evento deportivo puede desencadenar un amplio espectro de comportamientos sociales.
