Los artículos mencionan repetidamente que la guerra en Gaza ha durado "dos años" o "más de dos años". Este marco temporal subraya la naturaleza persistente y arraigada del conflicto, que va más allá de una escalada puntual para convertirse en un estado de guerra prolongado. Durante este período, la ofensiva israelí ha transformado por completo el paisaje de Gaza, llevando a la destrucción del 92 % de los edificios residenciales y paralizando sectores económicos clave en la región, como el turismo en Jerusalén, que apenas comienza a recuperarse. La prolongación del conflicto ha normalizado un estado de crisis permanente para los habitantes de Gaza, quienes han soportado bombardeos continuos, desplazamientos masivos y una crisis humanitaria que se agrava con el tiempo. La referencia constante a este período de dos años en los informes de prensa sirve como un recordatorio de que la situación no es un evento reciente, sino una catástrofe sostenida que ha definido la vida de toda una generación en el enclave palestino.