La reanudación de la violencia, con bombardeos israelíes sobre la Franja, demuestra que los acuerdos son precarios y la paz, lejana. Según funcionarios locales de Gaza, los últimos ataques aéreos israelíes resultaron en 27 víctimas mortales, una escalada significativa que amenaza con deshacer los avances logrados.
La situación se complica por el cruce de acusaciones: tanto Israel como Hamás se señalan como responsables de romper la tregua, lo que dificulta la mediación y la restauración de la confianza. A pesar de que el alto el fuego se ha mantenido en gran medida, los artículos informan que Israel continúa realizando ataques esporádicos, lo que mantiene a la población en un estado de incertidumbre constante. Esta dinámica de violencia intermitente no solo agrava la crisis humanitaria, sino que también socava los esfuerzos diplomáticos en curso, como el plan de paz impulsado por Estados Unidos, dejando en el aire el futuro de la estabilidad en la región. La persistencia de estas hostilidades es un recordatorio de que, sin un compromiso firme y verificado de ambas partes, cualquier tregua puede colapsar, arrastrando a la población civil de nuevo al epicentro del conflicto.












