Un mes después del cese el fuego, la población de Gaza enfrenta una severa crisis alimentaria y económica, marcada por la escasez de productos básicos y precios exorbitantes. La ayuda humanitaria, compuesta en gran parte por alimentos ultraprocesados, no logra suplir las necesidades nutricionales de los gazatíes. La vida en la Franja de Gaza tras el alto el fuego está definida por una lucha constante por conseguir alimentos y subsistir económicamente. A pesar de que algunos supermercados han reabierto, sus estantes están llenos principalmente de alimentos ultraprocesados provenientes de la ayuda internacional, mientras que los productos básicos y frescos siguen siendo escasos o están bloqueados por Israel.
Esta situación ha generado una paradoja nutricional, resumida en el sentimiento de algunos gazatíes: "Nos obligan a engordar".
La falta de acceso a una dieta equilibrada se suma a la carga económica. Los testimonios de mujeres en Gaza describen una realidad de precios exorbitantes para los pocos productos disponibles, lo que hace casi imposible para la mayoría de las familias acceder a ellos. Con los hogares reducidos a escombros y la mayoría de las fuentes de empleo desaparecidas, la capacidad de compra de la población es prácticamente nula. Esta crisis económica y alimentaria no solo amenaza la salud física de los habitantes, sino que también genera una profunda desesperanza y agrava el trauma psicológico de una población que ve pocas perspectivas de futuro en medio de la devastación.
En resumenLa realidad post-conflicto en Gaza está marcada por una grave inseguridad alimentaria y un colapso económico, donde la dependencia de una ayuda internacional inadecuada y la inflación descontrolada agravan la vulnerabilidad de la población.