Las inundaciones han devastado los campamentos de tiendas de campaña, dejando a miles de personas en condiciones aún más precarias. Los artículos describen un panorama desolador: más de dos años de guerra han dejado el 92 % de los edificios residenciales destruidos, obligando a la población desplazada a vivir en tiendas de campaña que ahora se inundan por las fuertes lluvias estacionales. Un informe indica que 125.000 tiendas de campaña ya no son aptas para su uso, lo que pone de manifiesto la extrema vulnerabilidad de la población civil, cuyo refugio básico está comprometido. La imagen de una niña cargando cubos vacíos en medio de una tormenta simboliza la lucha diaria por recursos de supervivencia como el agua en medio de la devastación. El hecho de que estas lluvias se concentren a finales de otoño y principios de invierno significa que no se trata de un problema temporal, sino de un período prolongado de mayor sufrimiento. La falta de una vivienda adecuada, combinada con la destrucción de las infraestructuras, crea las condiciones perfectas para el brote de enfermedades y agrava aún más la catástrofe humanitaria. En conjunto, los artículos subrayan el fracaso en la protección de los civiles y en la provisión de sus necesidades más fundamentales en un entorno devastado por la guerra y ahora hostigado por los elementos naturales.