Inicialmente, Hamás afirmó que los restos pertenecían al soldado Hadar Goldin, una de las figuras más emblemáticas entre los caídos israelíes cuyos cuerpos no habían sido recuperados.

Posteriormente, el ejército israelí anunció que, tras un proceso de identificación forense, se había confirmado la identidad del soldado, cerrando así un doloroso capítulo para su familia y para el país.

Este evento es notable por varias razones.

En primer lugar, demuestra el papel crucial de organizaciones neutrales como el CICR para mediar en asuntos humanitarios incluso entre enemigos acérrimos. En segundo lugar, subraya la importancia que Israel otorga a la recuperación de sus soldados caídos, un principio fundamental de su doctrina militar y social. Finalmente, el hecho de que esta entrega se produzca en medio de la actual crisis sugiere la existencia de canales de comunicación indirectos y la posibilidad de negociaciones sobre asuntos humanitarios, a pesar de la intensidad de las hostilidades.