La comunidad internacional, con Estados Unidos a la cabeza, ha intensificado sus esfuerzos diplomáticos para estabilizar la situación en Gaza. Las iniciativas incluyen la propuesta de una fuerza de estabilización y la creación de un centro de coordinación para supervisar el cese el fuego y la reconstrucción. En un movimiento significativo, Washington presentó ante el Consejo de Seguridad de la ONU un proyecto de resolución que contempla el establecimiento de una fuerza de estabilización y una autoridad de transición en Gaza, buscando crear un marco para la gobernanza y seguridad a largo plazo en el enclave. Para materializar la supervisión del frágil alto el fuego, se ha instalado un nuevo Centro de Coordinación Militar-Civil (CCMC) en la ciudad israelí de Kiryat Gat. Este centro, que se supone dirigido por Estados Unidos, tiene la misión de vigilar la aplicación de la tregua y preparar la fase de reconstrucción. Ya se han desplegado soldados estadounidenses en la ciudad para este propósito.
Estas acciones se enmarcan en un plan de tregua más amplio impulsado por el presidente estadounidense, Donald Trump, que busca una solución duradera al conflicto.
Sin embargo, estos esfuerzos no están exentos de críticas.
La escritora Arwa Mahdawi, en una punzante columna, cuestiona la efectividad y la sinceridad de la respuesta internacional a la ofensiva israelí y la crisis humanitaria, convocando a una autocrítica colectiva sobre la inacción global. La percepción es que, si bien se están realizando movimientos diplomáticos, estos podrían ser insuficientes o demasiado lentos para abordar la magnitud de la devastación y el sufrimiento en Gaza.
En resumenLos esfuerzos diplomáticos liderados por EE. UU. buscan crear estructuras para una paz sostenible en Gaza, incluyendo una fuerza de la ONU y un centro de coordinación. No obstante, estas iniciativas enfrentan el escepticismo y la crítica por su posible insuficiencia ante la profunda crisis humanitaria y política.