El grupo islamista ha intentado mantener su compromiso con el acuerdo mientras responde a las ofensivas militares. Tras ser acusado por el gobierno de Netanyahu de un ataque a tiros contra soldados israelíes, Hamás emitió un comunicado negando categóricamente cualquier responsabilidad y afirmando no tener “ninguna relación” con el incidente.

Esta declaración busca desmarcarse de acciones que podrían justificar una represalia israelí y, al mismo tiempo, posicionar a Israel como el agresor que busca pretextos para romper el cese al fuego. Ante los bombardeos, el grupo ha hecho un llamado a los mediadores internacionales para que intervengan y frenen la ofensiva. En cuanto al sensible tema de los rehenes, Hamás se comprometió a entregar los cadáveres de dos personas más, pero anunció que pospondría la entrega como respuesta directa a los ataques aéreos, utilizando el intercambio como una ficha de negociación. El movimiento palestino justifica los retrasos en la devolución de los 28 cuerpos acordados argumentando que la destrucción masiva en Gaza dificulta la localización de los restos, muchos de los cuales están enterrados bajo escombros. Esta postura contrasta con la de Israel, que lo considera una táctica dilatoria.

Las acciones de Hamás reflejan una estrategia dual: por un lado, declarar públicamente su adhesión a la tregua para ganar legitimidad internacional y, por otro, usar los elementos del acuerdo, como los rehenes, para presionar a Israel.