El ministro de Defensa, Israel Katz, reforzó esta postura al advertir que “Hamás pagará un alto precio” por estas acciones.

Esta narrativa presenta las ofensivas israelíes no como una agresión, sino como una represalia legítima.

Sin embargo, esta posición ha sido cuestionada, ya que Hamás ha negado su implicación en el tiroteo y ha atribuido los retrasos en la entrega de cuerpos a las dificultades logísticas en una zona de guerra. Además, el gobierno de Netanyahu ha enfrentado críticas internas por el escándalo de abusos en la prisión de Sde Teiman, donde su reacción fue calificar la filtración como un “ataque propagandístico”, desviando la atención de las graves acusaciones. La postura inflexible de Netanyahu y su disposición a usar la fuerza militar de manera contundente reflejan una estrategia de presión máxima sobre Hamás, pero a un costo humanitario muy elevado para la población civil de Gaza.