La infraestructura ha sido gravemente dañada y el acceso a alimentos, agua potable y medicinas es extremadamente limitado.

La situación se ha visto agravada por incidentes como el bloqueo de camiones de ayuda por parte de extremistas israelíes, lo que evidencia los desafíos políticos y de seguridad que impiden un flujo constante de suministros. Organizaciones como la ONU insisten en que la asistencia internacional es la única vía para evitar una tragedia mayor, pero la realidad muestra que el volumen de ayuda actual no logra mitigar las condiciones de hambruna y sufrimiento que padece la población civil gazatí.