Además, advirtió que si el grupo islamista no se desarma, constituiría una violación del alto el fuego, una amenaza que define las condiciones de Washington para la paz. Esta política se complementa con la propuesta del presidente Donald Trump, quien expresó su confianza en un despliegue “bastante rápido” de una Fuerza Internacional de Estabilización en el enclave. Juntas, estas dos políticas revelan una estrategia estadounidense que busca no solo un cese de hostilidades, sino una reconfiguración completa del poder político y de seguridad en Gaza. El objetivo es eliminar a Hamás como actor de gobierno y reemplazar el control israelí o de la milicia por una estructura de seguridad supervisada internacionalmente, un plan ambicioso que enfrentaría numerosos desafíos logísticos y políticos en su implementación.