Organizaciones humanitarias han denunciado lo que consideran “ataques deliberados” contra civiles.

Las ofensivas se produjeron en un contexto en el que, teóricamente, el alto el fuego seguía en vigor, aunque extremadamente frágil. Tras esta jornada de violencia, el Ejército israelí anunció que reanudaba el cese al fuego, pero el daño ya estaba hecho, elevando el número total de muertos desde el inicio del conflicto en octubre de 2023 a casi 70.000, según algunas fuentes. La discrepancia entre los objetivos militares declarados por Israel y el resultado en términos de vidas civiles perdidas sigue siendo un punto central de la controversia y la crítica internacional.