Poco después, Israel reanudó los bombardeos a gran escala, argumentando incumplimientos por parte de Hamás.

Curiosamente, tras una jornada de intensos ataques que dejaron más de 100 muertos, el Ejército israelí anunció nuevamente la reanudación del alto el fuego. Esta secuencia de anunciar una tregua, romperla con una ofensiva militar y luego volver a declararla, crea una profunda incertidumbre y escepticismo entre la población y los observadores internacionales.

Demuestra que los acuerdos actuales no abordan las causas profundas del conflicto y que las partes carecen de la voluntad política o la confianza mutua para sostener un cese de hostilidades prolongado. Cada ruptura de la tregua no solo causa más muertes y destrucción, sino que también dificulta los futuros esfuerzos de mediación.