El vicepresidente J.D. Vance calificó la votación como una “maniobra política muy estúpida” y afirmó sentirse “personalmente ofendido”.

De manera tajante, subrayó que “Cisjordania no va a ser anexada por Israel”, reiterando que esa es la política oficial de la administración Trump. Por su parte, el secretario de Estado, Marco Rubio, advirtió que estos pasos “podrían poner en peligro el plan del presidente Trump para poner fin al conflicto” y aseguró que la Casa Blanca no apoyará ninguna medida de anexión en este momento. El proyecto de ley, que aún requiere de varias votaciones para convertirse en ley, busca aplicar la legislación israelí en un territorio ocupado desde 1967 y considerado clave para un futuro Estado palestino. La controversia surge en un momento delicado, cuando Washington intenta consolidar la tregua en Gaza. La reacción estadounidense refleja la profunda preocupación de que acciones unilaterales por parte de sectores políticos en Israel puedan socavar los esfuerzos diplomáticos y provocar una mayor desestabilización en la región.