Altos funcionarios de EE.
UU. se han desplazado a la región en un intento por salvar el acuerdo y contener la crisis. El llamado “plan de paz” de Trump, que contempla la creación de una Fuerza Internacional de Estabilización para Gaza, ha sido un eje central de la diplomacia estadounidense en Oriente Medio. El propio Trump expresó su confianza en un despliegue “bastante rápido” de dicha fuerza.
Sin embargo, la reanudación de los bombardeos israelíes ha puesto de manifiesto la “clara fragilidad” del plan.
En respuesta, Washington ha intensificado sus esfuerzos diplomáticos.
El secretario de Estado, Marco Rubio, y el vicepresidente, J.D. Vance, viajaron a Israel para evaluar la implementación del alto el fuego y reunirse con las autoridades. Rubio advirtió que acciones como la votación en el parlamento israelí para anexar Cisjordania “podrían poner en peligro el plan del presidente Trump”, y fue enfático al afirmar que EE.
UU. “no apoyará en este momento ninguna medida de anexión”. La presencia de altos cargos como Steve Witkoff, enviado de la Casa Blanca, y Jared Kushner, yerno de Trump, subraya la urgencia con la que Washington busca mantener vivo el proceso de paz, a pesar de los reveses y la volatilidad en el terreno.












