Bajo órdenes directas del primer ministro Benjamín Netanyahu, las fuerzas israelíes ejecutaron “ataques inmediatos y contundentes” contra lo que describieron como objetivos claves de Hamás. Esta decisión se produjo tras acusaciones israelíes de “violaciones directas del acuerdo de paz” por parte del grupo islamista. Los bombardeos, que según la Defensa Civil de Gaza incluyeron al menos tres ataques aéreos, impactaron zonas del oeste y centro de la ciudad de Gaza, afectando incluso un hospital. El Ministerio de Salud del enclave reportó la muerte de al menos 104 personas como resultado de estas acciones, precisando que entre las víctimas mortales se encontraban 46 niños, lo que subraya el devastador impacto de la ofensiva sobre la población civil. La reanudación de las hostilidades fue confirmada por diversas fuentes, incluyendo la oficina de Netanyahu y portavoces en Gaza, y generó una condena generalizada y una profunda incertidumbre sobre la viabilidad del acuerdo de paz impulsado por el presidente estadounidense Donald Trump. La situación evidencia la extrema fragilidad de la tregua, que apenas duró unas semanas antes de colapsar nuevamente, sumiendo a la región en un ciclo de violencia que parece no tener fin y donde la población civil es la más afectada.