Estados Unidos ha jugado un papel central, no solo en la mediación del acuerdo, sino también en los esfuerzos por preservarlo.

Altos funcionarios como el vicepresidente J. D. Vance y el secretario de Estado, Marco Rubio, viajaron a Israel para supervisar la implementación del plan de paz. Rubio destacó que el objetivo prioritario es “consolidar la tregua entre Israel y Hamás y avanzar hacia un acuerdo de paz duradero”. A pesar de estos esfuerzos diplomáticos, el cese al fuego ha sido descrito como una “paz de papel” o una “paz iliberal”, que no aborda las causas profundas del conflicto ni garantiza la autodeterminación palestina. Su fragilidad se manifiesta en las constantes violaciones reportadas, la obstrucción de la ayuda humanitaria por parte de Israel y las acciones de sectores de la ultraderecha israelí que contradicen el espíritu del pacto, como el bloqueo de camiones en Kerem Shalom, que constituyó la primera interrupción registrada tras la tregua.