Esta demarcación es descrita como una zona de seguridad y frontera temporal sin fuerzas armadas, trazada por Estados Unidos. Sin embargo, su ubicación exacta nunca fue publicada y carece de validez internacional, lo que la convierte en una herramienta de control ambigua y peligrosa.
Israel ha utilizado el supuesto cruce de esta línea como justificación para ataques letales contra civiles palestinos. Según informes, al menos 30 palestinos habrían sido abatidos desde el inicio de la tregua por cruzar esta frontera invisible.
El ejército israelí ha confirmado haber abierto fuego contra grupos de personas que se acercaron a sus soldados en estas áreas. La situación se agrava por el hecho de que el plan de paz de Trump permite que el ejército israelí permanezca en más de la mitad del enclave durante la primera fase de la retirada. Esta presencia militar continua, combinada con la imposición de una frontera no definida, crea un entorno volátil donde los civiles están en riesgo constante y cualquier movimiento puede ser interpretado como una amenaza, socavando la confianza en el cese al fuego.












