Un componente clave del acuerdo de cese al fuego fue el intercambio de rehenes israelíes en poder de Hamás por prisioneros palestinos retenidos en Israel. Aunque el canje de rehenes vivos se completó, la recuperación de los cuerpos de los fallecidos presenta desafíos logísticos y se ha convertido en un punto de fricción. El acuerdo mediado por Estados Unidos estipulaba la liberación de la totalidad de los rehenes, tanto vivos como muertos. El 13 de octubre se materializó un avance significativo con la finalización del canje de los 20 rehenes que quedaban con vida a cambio de 1.968 palestinos que se encontraban en cárceles israelíes. Adicionalmente, Hamás ha logrado devolver al menos 10 de los 28 cuerpos de rehenes que se estima que faltan por entregar. Sin embargo, este proceso se ha complicado y ha sido utilizado por Israel como justificación para algunas de sus violaciones al alto al fuego.
Hamás y el Comité Internacional de la Cruz Roja han comunicado a los mediadores que la recuperación de todos los restos es un desafío considerable debido a la extensa destrucción en Gaza. Además, señalan que algunos de los cuerpos se encuentran en zonas que todavía están bajo control militar israelí, lo que dificulta enormemente las labores de búsqueda y recuperación.
Esta situación ha añadido una capa de tensión al frágil acuerdo, demostrando cómo los aspectos logísticos y humanitarios del conflicto están intrínsecamente ligados a la dinámica militar y política.
En resumenEl intercambio de rehenes vivos por prisioneros palestinos fue un logro tangible de la tregua, pero el proceso se ve obstaculizado por las dificultades en la recuperación de los fallecidos. Este punto se ha convertido en una fuente de tensión, siendo utilizado por Israel para justificar acciones militares que contravienen el espíritu del cese al fuego.