Se argumenta que presentar un cese al fuego como si fuera una paz definitiva es “perverso”, pues permite a las partes reorganizarse militarmente sin avanzar hacia una resolución real.

La paz, sostienen los críticos, no se mide por los días sin disparos, sino por la justicia que logra imponer, y en este acuerdo, la justicia para Palestina sigue ausente.