Su visita también generó controversia cuando, durante su intervención en la Knéset, solicitó públicamente al presidente israelí Isaac Herzog que concediera un indulto al primer ministro Benjamín Netanyahu por su juicio de corrupción, minimizando los cargos al preguntar: "¿A quién le importan unos cigarros y champán?". Este gesto, junto con su estilo personalista de diplomacia, marcó un proceso en el que su figura fue tan central como el propio acuerdo.