Analistas y voces palestinas señalan que la tregua es temporal y no aborda las causas estructurales del conflicto, como la ocupación israelí. El analista Víctor de Currea-Lugo advierte que "presentar un cese al fuego como si fuera una paz definitiva es perverso", ya que las treguas pueden servir para "reorganizar ejércitos, recomponer alianzas y darle oxígeno a una ocupación".

Esta visión crítica se fundamenta en la historia de acuerdos fallidos, como los de Oslo, que se redujeron a "letra muerta, a burocracia internacional, a un espejismo diplomático". El plan actual es criticado por esquivar temas esenciales como el fin de los asentamientos, el derecho al retorno de los refugiados y el reconocimiento del genocidio. Se denuncia que es un acuerdo diseñado "fuera de Palestina, donde el pueblo palestino aparece apenas como una variable incómoda". La fragilidad también se evidencia en el historial de Israel, que, según representantes palestinos, ha violado acuerdos previos con Hamás y Hezbollah "con cualquier pretexto con tal de seguir escalando el conflicto". La percepción en Gaza, según el periodista local Yousef Salem, es de alivio pero no de confianza: "La gente está contenta por no oír los bombardeos, pero nadie confía en que esto dure". La falta de soluciones a largo plazo y la desconfianza mutua alimentan la sospecha de que esta paz es, en el mejor de los casos, precaria.