Sin embargo, las visiones sobre el futuro del enclave palestino son divergentes y polémicas.

Ministros de exteriores de países europeos y árabes se han reunido en París para discutir cómo reconstruir Gaza y establecer una gobernanza estable. La segunda fase del plan de paz impulsado por Donald Trump aborda estos temas, proponiendo la reconstrucción con apoyo financiero de países árabes, la entrega de armas por parte de Hamás y el establecimiento de un mecanismo internacional de supervisión. Este enfoque busca evitar que el territorio vuelva a caer en un ciclo de violencia.

No obstante, esta visión es duramente criticada desde otras perspectivas.

Un análisis califica el plan de Trump como una “salida colonial al colonialismo”, que recuerda a la imposición de la Autoridad Provisional de la Coalición en Irak en 2003. Según esta visión, el plan busca “organizar el saqueo de los recursos naturales” y aplicar un “modelo neoliberal salvaje” sobre el territorio devastado, en lugar de permitir la autodeterminación del pueblo palestino. Los rebeldes hutíes de Yemen, por su parte, expresaron su esperanza de que el acuerdo abra “horizontes políticos” para la creación de un Estado palestino de pleno derecho, una aspiración que choca con los modelos de administración externa que se discuten.