Esta retirada parcial modifica significativamente el control territorial y es un paso tangible en la desescalada del conflicto. El Ejército israelí confirmó la retirada a la denominada “línea amarilla” o “franja amarilla”.

Específicamente, los soldados abandonaron el puesto de control del estratégico Corredor de Netzarim, al sur de la Ciudad de Gaza. Este movimiento es crucial, ya que facilita el retorno de decenas de miles de desplazados palestinos a sus hogares en el norte del enclave. Este primer repliegue reduce el control territorial de Israel sobre Gaza de manera sustancial, pasando de dominar más del 80% a un 53% del territorio. La retirada es una de las condiciones clave del acuerdo mediado por Estados Unidos y otros actores internacionales, y su cumplimiento es fundamental para avanzar hacia las siguientes fases del plan de paz. Este paso militar no solo tiene implicaciones tácticas, sino que también funciona como una medida de fomento de la confianza, demostrando el compromiso inicial de Israel con los términos del alto al fuego mientras se espera la liberación de los rehenes.