Este retorno simboliza tanto la esperanza como la magnitud de la crisis que enfrentan. La imagen de multitudes caminando por la calle al-Rashid, cargando sus pertenencias, se ha convertido en el símbolo visual de la tregua. La Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) informó que más de 300.000 personas han iniciado el retorno.

Sin embargo, este movimiento masivo se da sin garantías de seguridad ni servicios básicos suficientes.

Un portavoz de la UNRWA explicó que el retorno se produce por necesidad más que por convicción: “La gente regresa porque no tiene otra opción; los refugios están sobrepoblados y el acceso a alimentos y agua es limitado”. Los palestinos que vuelven se encuentran con un panorama de ruinas, escombros y la destrucción de viviendas, hospitales y escuelas. En varias zonas, los residentes improvisan refugios con materiales recuperados mientras esperan la llegada de ayuda humanitaria para iniciar la reconstrucción.

Aunque el retorno representa un paso hacia la normalidad, la escala del daño plantea enormes desafíos logísticos y sociales para una población que debe reconstruir no solo sus casas, sino también sus vidas.