El acuerdo, descrito como un “hecho histórico y sin precedentes” por el expresidente estadounidense Donald Trump, fue confirmado por múltiples partes, incluyendo el gobierno israelí y Hamás.
Las negociaciones se llevaron a cabo en Egipto, con la participación de mediadores de Qatar y Turquía, y culminaron con la firma de un documento que establece los términos iniciales para la desescalada.
Según los informes, el alto al fuego entrará en vigor 24 horas después de ser ratificado por el gabinete del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
Hamás, por su parte, anunció que la guerra “ha terminado”, afirmando haber recibido “garantías” de Estados Unidos y otros mediadores para un cese del fuego permanente y la retirada de las tropas israelíes.
A pesar del optimismo, el acuerdo enfrenta obstáculos políticos internos en Israel, donde Netanyahu está presionado por sectores ultranacionalistas que se oponen a cualquier concesión.
El pacto es visto como una derrota política para Hamás, cuyo poder se ha debilitado, pero como un alivio para la población gazatí. La comunidad internacional ha recibido la noticia con cautela, subrayando que un alto al fuego no garantiza una paz duradera.












