Un análisis crítico, citando al pensador Aimé Césaire, argumenta que la civilización occidental es “profundamente hipócrita” por no actuar frente a las violaciones del derecho internacional por parte de Israel, un aliado estratégico.
Sostiene que “la diferencia moral entre buenos y malos para las potencias occidentales tiene que ver con aliados, color de piel y recursos”, lo que define el “rasero de los derechos humanos para el poder imperial”. Esta visión se ve contrastada por otro informe que señala cómo muchas de estas mismas potencias, incluyendo Italia, Francia, Reino Unido, la Unión Europea, y países árabes como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Turquía, “se apresuraron a celebrar” el plan de paz de Trump y Netanyahu. Esta aparente contradicción, donde se critica la inacción por un lado y se celebra un plan controvertido por otro, alimenta la percepción de un doble estándar. A esta discusión se suma la voz del cantante Bono, quien, intentando un equilibrio, condena tanto a Hamás por usar el hambre como arma, como al gobierno de Netanyahu, cuyo accionar califica de “brutalidad” que merece una “condena categórica e inequívoca”.