La situación de los rehenes israelíes en Gaza y los miles de prisioneros palestinos en cárceles israelíes sigue siendo un punto crítico del conflicto, movilizando a la sociedad civil en Israel. Desde el ataque del 7 de octubre, la campaña “Bring them home now” (Tráiganlos a casa ya) se ha vuelto omnipresente en Israel, con afiches y cintas amarillas que exigen la liberación de los secuestrados. El epicentro de este movimiento es la Plaza de los Rehenes en Tel Aviv, un espacio frente a la sede de las Fuerzas de Defensa de Israel donde las familias de los cautivos realizan manifestaciones masivas para presionar al gobierno de Netanyahu a negociar un acuerdo de alto el fuego. En la plaza se han instalado obras de arte conmemorativas, como una mesa de Shabat vacía y un túnel que simula las condiciones de cautiverio. La lucha de las familias es constante, como la de los parientes del músico Eviatar David, cuyo video demacrado fue difundido por Hamás, lo que su primo describió como verlo “salido de un campo de concentración”.
Sin embargo, otros análisis señalan un desequilibrio en la narrativa, contrastando los 48 rehenes israelíes restantes con los 11.000 prisioneros políticos palestinos en cárceles israelíes.
Esta disparidad es utilizada para argumentar que las condiciones de negociación son “completamente desiguales” y para criticar lo que se percibe como un enfoque mediático centrado únicamente en una de las partes.
En resumenMientras la sociedad israelí se moviliza intensamente por el retorno de sus rehenes, algunas narrativas críticas subrayan el contexto más amplio de los prisioneros palestinos, enmarcando la crisis dentro de un desequilibrio de poder estructural.