A partir de ese momento, las fuerzas israelíes se retirarían a una línea acordada mientras se gestiona la liberación de todos los rehenes, vivos y muertos, en un plazo de 72 horas. A cambio, Israel liberaría a 250 prisioneros condenados a cadena perpetua y a otros 1.700 gazatíes detenidos desde el 7 de octubre de 2023. Un punto crucial es la exigencia de la desarticulación de Hamás: sus miembros que acepten la coexistencia pacífica recibirían amnistía, mientras que otros tendrían paso seguro para exiliarse. El plan también contempla la destrucción de toda la infraestructura militar de la organización.
Netanyahu ha expresado su respaldo, describiéndolo como un paso clave para alcanzar los objetivos militares de Israel. La propuesta aborda además la ayuda humanitaria, garantizando su entrada sin interferencias a través de agencias internacionales y la apertura del cruce de Rafah, reconociendo la urgencia de rehabilitar infraestructuras básicas como hospitales y sistemas de agua y electricidad.