La inclusión de Blair ha sido duramente criticada; un editorial lo califica de “criminal de guerra de la invasión a Irak” y lo describe como un “virrey de facto” del territorio. El exlíder laborista Jeremy Corbyn se hizo eco de esta crítica, afirmando que Blair “no debería estar ni cerca de Oriente Medio y mucho menos de Gaza”. La seguridad interna estaría a cargo de una “Fuerza Internacional de Estabilización (FIS)” que entrenaría a una nueva policía palestina.

El objetivo final, según el analista Irvin Gatell, es transformar la región en un centro de desarrollo económico y tecnológico “muy parecido a Miami o Dubái”. Sin embargo, los críticos argumentan que este modelo representa un traspaso del dominio israelí al estadounidense, marginando la autodeterminación palestina, ya que el futuro de Gaza sería decidido por actores externos en lugar de por su propio pueblo.