El plan ofrece amnistía a los miembros de Hamás que se desarmen y un paso seguro para quienes deseen abandonar Gaza.

El analista Irvin Gatell describe la situación como crítica para el grupo palestino: “Hamas inició la guerra, Hamas la perdió, Hamas está acorralado.

Pues obviamente lo que le corresponde en este caso es rendirse”.

Sin embargo, el plan ha sido duramente criticado, siendo calificado en un editorial como un “delirio colonial” y una “sarta de disparates y agravios”.

Dicha crítica sostiene que el acuerdo no ofrece garantías para la vida de los palestinos ni contempla juzgar a los responsables de crímenes de guerra, sino que perpetúa “la falacia de presentar a la potencia ocupante como víctima”. La propuesta también contempla una masiva reconstrucción económica y la creación de una zona económica especial para revitalizar Gaza, un incentivo condicionado a la completa desmilitarización del territorio.