Organismos internacionales y fuentes locales advierten que los hospitales “dan sus últimos suspiros” mientras la ayuda y los suministros vitales no logran ingresar al territorio asediado. El Ministerio de Salud local señaló que más hospitales se verían obligados a cerrar departamentos “vitales” en cuestión de días por la falta de combustible, una situación que se agrava por el asedio a la tecnología humanitaria que impide la llegada de innovaciones que podrían aliviar la crisis. El desplazamiento es otro pilar de la emergencia. A pesar de los bombardeos y las órdenes de evacuación, la Oficina de Medios del Gobierno de Gaza confirmó que más de 900.000 palestinos se resisten a abandonar la Ciudad de Gaza y el norte de la Franja. La decisión de permanecer se debe a que las supuestas “zonas humanitarias seguras” designadas por Israel en el sur, como Al-Mawasi, han sido bombardeadas más de 110 veces, causando más de 2.000 muertes registradas.
Huir se ha vuelto una opción casi imposible; la UNRWA denunció que el costo para una sola familia que busca refugio asciende a aproximadamente 3.180 dólares, una cifra inalcanzable para la mayoría en una economía colapsada. Este monto incluye el transporte, la compra de una carpa y el pago por un espacio de terreno.
La situación es tan insostenible que unos 22.000 gazatíes han regresado al norte tras encontrar que en el sur no existen las condiciones básicas para sobrevivir.