Una de las principales consecuencias de la ofensiva israelí ha sido el desplazamiento forzado de cientos de miles de palestinos, una estrategia que el gobierno de Gaza califica como un "crimen de desplazamiento forzado permanente". A pesar de los intensos bombardeos y las órdenes de evacuación, una parte significativa de la población se resiste a abandonar sus hogares en la Ciudad de Gaza y el norte de la Franja. Según la Oficina de Medios del Gobierno de Gaza, más de 900.000 palestinos permanecen en el norte del enclave, desafiando el plan israelí para ocupar la gobernación.
Mientras tanto, unas 270.000 personas se han visto obligadas a desplazarse hacia el sur. Sin embargo, las supuestas "zonas humanitarias seguras" designadas por Israel en el sur, como Al-Mawasi, han demostrado no serlo, ya que han sido bombardeadas más de 110 veces, causando más de 2.000 muertes. Las condiciones en el sur son tan extremas, sin acceso a agua, alimentos o refugio, que la vida se ha vuelto "casi imposible". Esta situación ha provocado que al menos 22.000 personas que habían huido al sur hayan decidido regresar a sus barrios en el norte, a pesar del peligro.
La crisis ha llevado a Egipto a advertir a Europa sobre la posibilidad de una oleada migratoria si Israel logra su objetivo de expulsar a los palestinos del territorio.
En resumenEl desplazamiento forzado es un elemento central de la crisis en Gaza, creando una situación humanitaria insostenible en el sur y generando una fuerte resistencia por parte de la población del norte, que se niega a abandonar sus tierras a pesar de la violencia. Esta dinámica amenaza con desestabilizar no solo la región, sino también generar crisis migratorias a mayor escala.